La inmigración a principios del siglo XX

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Barracas de Montjuic, por Sergio Dahó (1967)

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Casas Baratas de Bon Pastor, por J. Domínguez (1932)

A principios del siglo XX, las sucesivas oleadas de inmigración interna a Barcelona se intensifican, marcando la fisonomía urbana, sociopolítica y cultural de la ciudad. Habitantes del entorno rural catalán y de las comunidades más próximas, como Valencia y Aragón, acuden al canto de sirena de una industrialización efervescente y deseosa de mano de obra barata para la realización de obras de gran magnitud, como la línea de metro. Con el centro urbano masificado por viviendas y fábricas, el cinturón periférico de la ciudad acoge a miles de personas, en un despliegue de barriadas formadas por barracas y autoconstrucción sin licencia.

La Exposición Universal de 1929 da un impulso definitivo a la modernización de la ciudad, rediseñando sus espacios y reubicando aquellos elementos residuales a partir de su funcionalidad: así nacen los primeros barrios de “casas baratas” de la ciudad, conjuntos homogéneos de reducidos habitáculos unifamiliares situados en las afueras de la ciudad y cerca de núcleos industriales, en una suerte de relectura urbana de las colonias industriales del siglo XIX.

La inmigración a principios del siglo XX