De polígonos a barrios

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Vecinos de Roquetes construyendo el alcantarillado, Nou Barris (1964)

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Lucha vecinal contra la estafa de las viviendas en Santa Engràcia, Nou Barris, por Kim Manresa

Desde el principio, los recién construídos polígonos de vivienda fueron denunciados por sus habitantes por tener acusadas deficiencias: mala calidad de los materiales, inestabilidad del del terreno, planificación precipitada, así como falta de infrastructuras, transportes, servicios y equipamiento básico. La situación de precariedad y marginalidad les llevará a organizarse colectivamente en auténticas luchas autónomas, que se sitúan más allá de los sindicatos y grupos de militancia política que trataban, inútilmente, de capturarla.

Los polígonos de vivienda se convirtien rápidamente en barrios llenos de vida: a través de sus propias historias, repertorios, tácticas y formas de vida, crean fuertes comunidades de memoria y significado que articulan una (otra) ciudad en sus márgenes. El estigma del sujeto periférico y migrante (extranjero, invasivo, rural, subdesarrollado) excluye las periferias de los centros urbanos y sus lógicas; al mismo tiempo, esa marginalidad los convierte en el motor de la lucha y resistencia política de Barcelona. Esto será muy visible en los años sesenta y setenta a través de múltiples huelgas, protestas y las luchas autonónomas que, además de mejorar las condiciones de vida y trabajo en las periferias, cuestionan abiertamente la supuesta estabilidad del sistema, mostrando sus profundas e inherentes violencias.

De polígonos a barrios