La piel quemada (1967)

En La piel quemada (1967), Josep María Forn hace un crudo retrato neorrealista sobre la explotación del obrero migrante, oponiéndose radicalmente al discurso celebratorio del desarrollismo imperante en la década de los sesenta. La película sigue la jornada completa de José, un albañil andaluz que trabaja en la construcción de viviendas de verano en un pueblo de la Costa Brava en pleno boom del turismo. Al mismo tiempo, en su pueblo natal, su mujer y sus dos hijos inician un largo viaje para reunirse con él en la destartalada vivienda que ha conseguido alquilar y empezar, así, una nueva vida. En este fragmento, y mientras toca la guitarra durante un descanso laboral, José recuerda su pasado en Andalucía y su desesperación por encontrar un modo de subsistencia para él y su família, que le llevará finalmente a emigrar en Cataluña.