De las barracas a los polígonos
En la década de los cincuenta, se multiplican las propuestas de las autoridades para, por un lado, eliminar una ciudad informal que seguía creciendo imparablemente en los márgenes de la ciudad, y por el otro, para dar solución a la falta generalizada de vivienda por la intensificación de la migración.
En 1957 se celebra la Semana del Suburbio, y en 1958 se lanza el Plan de Urgencia Social, que propone reubicar la población barraquista y los recién llegados en polígonos de vivienda, arrojando a la ciudad en una fiebre constructiva.
Así, durante las décadas de 1960 y 1970, varios proyectos de vivienda de promoción pública, realizados por el Patronato Municipal de la Habitación de Barcelona (PMHB), el Instituto Nacional de Vivienda (INV) y la Organización Sindical del Hogar (OSH), pero también (y sobre todo) de promoción privada, se lucraron a partir de la especulación a gran escala con la sobreedificación de las periferias de la ciudad a partir de súbitas recalificaciones del terreno, materiales de baja calidad, construcciones rápidas y nuevas licencias de edificación.
Durante estas décadas se consolida un modelo urbanístico basado en un principio de higieneización del territorio y de subalternización de la población migrante, que buscaba recolocar en las afueras del centro urbano a unas vidas consideradas residuales y desechables.