Barcelona 92

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Frente marítimo previo a las obras de Barcelona 92

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Derribo de las fábricas de Icária (1987)

Después de cuatro largas décadas de dictadura (1939-1975), la transición a la democracia comportó la apropiación y continuidad del proyecto de modernización de la dictadura: en los años ochenta, un ciclo de especulación y planificación urbana masiva cambió drásticamente la vida del vecindario y el paisaje urbano a través de el rediseño o desmantelamiento de ciertos barrios periféricos, convertidos repentinamente en apéndices modernos del centro de la ciudad, y la residualización de nuevos espacios urbanos marginales.

El masivo rediseño urbano previo a los Juegos Olímpicos de 1992 transformó radicalmente la ciudad y eliminó los últimos focos de barracas y autoconstrucciones, en un proceso de higienización urbana generalizada. La ciudad emergente articula, así, la imagen de una Barcelona nueva, moderna y cosmopolita que deliberadamente neutraliza y, en última instancia, olvida su pasado, confinado a los espacios marginales de recuerdo. Con ello, la democracia también heredó del franquismo su memoria urbana y sus políticas tecnocráticas hacia una modernización neoliberal que se apropia y coloniza el espacio público, las formas de vida alternativas y la memoria colectiva urbana.