La semántica del consenso y la reconciliación nacional
Es precisamente durante el desarrollismo de los sesenta cuando cristaliza la semántica de consenso y reconciliación nacional, creada para reforzar la ilusión generalizada de estabilidad y progreso producidos por el régimen. La guerra habría sido un mal terrible pero necesario frente al peligro derivado del destino cainita de la nación, y su memoria se fosilizaría en el tropo de “tragedia fratricida” y “locura colectiva”.
Este relato, consolidado durante el franquismo, fundamenta el discurso de consenso de la Transición, que ofreció la reconciliación y el olvido colectivo como único horizonte posible y deseable. Las dos leyes de Amnistía (1976 y 1977), así como la Constitución de 1978, oficializaron esa narrativa amnistiando las culpas de ambos “bandos” pues, como se afirmaba en el preámbulo del Real-decreto Ley 10/1976: “[a]l dirigirse España a una plena normalidad democrática, ha llegado el momento de ultimar este proceso con el olvido de cualquier legado discriminatorio del pasado en la plena convivencia fraterna de los españoles”, con un conjunto de leyes que “armonicen el olvido”.