Porcioles y la renovación urbanística del régimen
Durante los años del desarrollismo, Barcelona modificará radicalmente su fisonomía urbana. 1952 marcaría una bisagra en la historia urbanística de la ciudad con la celebración del XXXV Congreso Eucarístico.
En los años previos al evento, la ciudad se somete a un proceso de renovación urbana, higieneización del territorio y desmantelamiento de sus núcleos visibles de barracas y autoconstrucción. El año 1949 se inaugura el aeropuerto Muntadas El Prat, se restaura el centro monumental histórico (el palacio real, la catedral y el Hospital de la Santa Creu), las Atarazanas, la muralla romana y el final de la Diagonal, y se construyen, en tan solo 28 días, tres polígonos de viviendas para alojar a los barraquistas desplazados del centro: Can Clos, Verdum y la Verneda.
José Maria Porcioles fue el alcalde de la ciudad de 1957 a 1973, y está considerado el artífice de la renovación urbanística del régimen. Con el Plan de Urgencia Social de 1958, varias promotoras públicas y especialmente privadas se lanzan al mercado inmobiliario con la construcción de miles de viviendas. Con la complicidad activa de las autoridades municipales, Barcelona vivirá una de sus mayores expansiones de la mano de un ciclo sostenido de especulación y corrupción, con súbitas recualificaciones del terreno, masivas firmas de escrituras, aumentos de edificabilidad y modificaciones de planos parciales, junto al baile de nombres en las constructoras que fabrican grandes fortunas. Los polígonos de vivienda, construídos de manera rápida, con poca o nula planificación urbanística y sin atención a sus materiales, se llenan precipitadamente cuando todavía están a medio construir, sin apenas infrastructuras urbanas o servicios básicos.